Un monje budista, decidió meditar solo, lejos de su monasterio.
Tomó su canoa hasta el centro del lago, y echó su ancla.
Seguidamente, adoptó su postura de meditación favorita, cerró sus ojos y comenzó a meditar.
Después de unas horas de silencio, sintió el repentino golpe de otra canoa chocando contra la suya.
Con los ojos aún cerrados, notó como su ira aumentaba. Estaba preparado para gritarle al barquero que tan descuidadamente había perturbado su meditación.
Pero, cuando abrió los ojos, se sorprendió al descubrir que se trataba de una canoa vacía. La embarcación estaba a la deriva, y había golpeado la suya. Probablemente se habría desatado, acercándose flotando hasta el centro del lago.
En ese momento, el monje tuvo una gran revelación. Comprendió que ese enfado, esa rabia que había sentido, estaba dentro de él.
Sólo fue necesario el golpe de un objeto externo para alterar su calma y su equilibrio mental.
A partir de ese momento, comenzó a enseñar, que cuando nos encontremos con alguien que nos irrite, pensemos que la otra persona no es más que una canoa vacía a la deriva.
Y que, en realidad, la ira, está dentro de nosotros mismos.
(Música: Beautiful Oblivion de Scott Buckley – www.scottbuckley.com.au bajo licencia CC BY 4.0)
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