Un anciano labrador, tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo se escapó a las montañas. Los vecinos del anciano se acercaron a él para expresarle sus condolencias y lamentar su desgracia.
El anciano les respondió:
– ¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?
Una semana después, el caballo volvió con una manada de caballos salvajes. Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena fortuna.
Este les respondió:
– ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?
Cuando el hijo del labrador intento domar uno de aquellos caballos salvajes, cayo y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia.
El labrador se encogió de hombros y dijo: ¿Mala suerte? ¿Buena Suerte? ¿Quién sabe?
Unas semanas mas tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota, lo dejaron tranquilo.
La mayor parte de los jóvenes fueron a la guerra y murieron en la contienda; sin embargo, el hijo del viejo sabio vivió muchos años más. Así pues: ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?
Cuando te parezca que el mundo a tu alrededor se está derrumbando y no puedas encontrar ninguna salida, entiende que no conoces toda la verdad. Y recuerda las palabras del viejo sabio: ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?
(Música: I Miss You – Peder B. Helland)
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2 Comentarios
Luis Manteiga Pousa
Efectivamente, no sabemos, o casi, las consecuencias ni de lo que hacemos ni de lo que nos ocurre, nos falta perspectiva histórica. Dandose además la paradoja de que a veces de lo bueno sale algo malo y de lo malo sale algo bueno. Por lo menos en este plano de la realidad.
Juan Luis Barreiro
Muchas gracias, Luis, por tu aportación.