El tiempo es escaso, una vez que trascurre, ya no se puede recuperar. Por el contrario, el dinero siempre está ahí, aunque hoy perdiéramos todo nuestro dinero, siempre lo podríamos recuperar, duplicar o triplicar.
Debemos cerrar los temas pendientes antes de comenzar con nuevos asuntos. Algunas veces nos cuesta eliminar ciertos mensajes de nuestra bandeja de entrada porque nos pueden resultar útiles en el futuro o queremos esperar a tener un hueco para analizarlos detenidamente. Lo cierto es que la mayoría de ellos nos distraen y nos hacen perder un tiempo valioso, así que lo mejor será desechar inmediatamente todo aquello superfluo, como por ejemplo los mensajes publicitarios.
Hemos de asimilar definitivamente que en la “era de información” existe tal cantidad de publicidad y comunicaciones, que es imposible asimilarlo todo y preguntarnos ¿puede ayudarme esta información en el camino hacia mis objetivos? Sólo si la respuesta es afirmativa, debemos de prestarle atención inmediata o guardar el mensaje en una carpeta destinada a tal efecto para ser consultada en el momento oportuno, en caso contrario lo mejor será eliminarlo, sin más. En ningún caso debemos de posponer nuestra decisión, ya que tiene más valor una tarea finalizada que diez pendientes de realizarse.
La lección es muy simple: terminar lo que se empiece, y para ello tenemos que elegir entre:
- Hacerlo uno mismo
- Delegarlo
- Subcontratarlo
- Archivarlo en una carpeta (y olvidarnos)
- Eliminarlo (y olvidarnos también)
Hagámoslo nosotros mismos si dicha tarea puede llevar menos de 10 minutos, a partir de ese tiempo será mejor que otras personas de nuestra confianza se ocupen; a los que podemos pedirles que nos informen en cuanto hayan finalizado dicha tarea, para ello podemos crear una carpeta denominada “tareas delegadas” y quedarnos únicamente con los asuntos que podamos digerir y que, además, nos apasionen.
La idea es simplificarnos la vida y dedicarle el mayor tiempo posible a nuestra pasión verdadera (nuestro Dharma), la que con certeza nos hará avanzar y sentirnos más felices.
Una buena manera de desperdiciar nuestro tiempo son las llamadas telefónicas superiores a 10 minutos. Salvo ocasiones especiales, como cuando nos comunicamos con nuestros padres tras un largo periodo sin verlos, el teléfono suele convertirse en una gran fuga de tiempo.